top of page

Guy Debord hubiera sido fan de Operación Triunfo.


Los concursantes de Operación Triunfo cantando "Te quiero" de Jose Luis Perales.

Lo admito. Hoy en el que parecía ser un lunes como otro cualquiera, a las 10:33 de la noche, me he dejado atrapar por la red del espectáculo (porque supuestamente no lo estaba, claro) y como cualquier español que haya caído conmigo esta noche, ha visto Operación Triunfo. Y no hemos tenido elección, porque en el hipotético caso de que hubiéramos apagado la televisión (hipotético recordemos) sus sustitutos vendrían a ser más de lo mismo, como: redes sociales, YouTube, videojuegos…


Y es que el filósofo Guy Debord (1931-1994) ya nos lo venía avisando desde hace tiempo: «Todo lo que era directamente vivido, se aleja hoy en una representación», afirmaba en la primera tesis de su libro La sociedad del espectáculo allá por el año 1967. Pero nuestra sociedad ha ido mucho más allá de las ideas que Debord formuló en los sesenta. Actualmente, el espectáculo es la principal producción de la sociedad. Estamos rodeados de él y no podemos huir, nuestro cerebro no puede resistir al anzuelo, en tanto que, hemos aceptado que se trafique con nuestras identidades, llegando incluso a que la propia condición humana se convierta en mercancía de intercambio y si no que se lo digan a los 16 concursantes que integran OT. Lo que antes se refugiaba en los páramos de la vida privada se convierte ahora en una forma de espectáculo. Y un claro ejemplo es el canal 24h OT, donde puedes seguir a los concursantes a tiempo real. Como ensayan, como comen, como hacen ejercicios entre otras tantas necesidades fisiológicas y algunas que se ahorran de sacar, ¡menos mal!


El escritor Mario Vargas Llosa (1936 - ) en uno de los capítulos de su libro La Civilización del Espectáculo, lamenta contemplar que la cultura se ha transformado en algo muy diferente. En una adulteración en la que el entretenimiento se ha convertido en el valor supremo. Un mundo donde el valor vigente es el entretenimiento y donde divertirse y escapar del aburrimiento es la mayor pasión. Para él la televisión light, así como la literatura light o el arte light, conforman la cultura contemporánea, pero todas propagan el conformismo y un mínimo de esfuerzo intelectual convirtiendo las cosas, acciones o pensamientos en algo banal. Espectadores a los que les entretienen vídeos del calibre «Raoul mata a una avispa mientras Nerea y Juan Antonio huyen»

Espectadores que disfrutan de las sombras producidas por los que poseen el poder. Sin embargo, estaría bien que alguien viniera y nos sacara de esta caverna platónica de la que somos prisioneros, ni más ni menos que del espectáculo que decía Debord, del cual que somos siervos voluntarios de una realidad que nos aliena pero de la que renunciamos desprendernos.


En resumidas cuentas, el espectáculo se ha instalado en todas partes. Lo tenemos en nuestros teléfonos, consolas, ordenadores… Cada pantalla donde ponemos los ojos es una forma de espectáculo y trata de llamar nuestra atención condicionando nuestro pensamiento. Básicamente participar en nuestra sociedad es participar del espectáculo. Pero me temo que nadie va a huir de repente a una isla desierta o a hacerse miembro de alguna tribu africana. Así pues, lo único que podemos hacer es... ¡Esperar al lunes que viene para la Gala 4!


BMP.


bottom of page